Las 5 Claves Para Dejar de Ser Esclavo de Tu Ego.

 

Hace unos días, uno de mis mentees, un empresario de 60 años, fundador de una gran empresa familiar, me hizo una confesión poco habitual, por el grado de honestidad que implica:

“Jordi, creo que mi mayor problema es que tengo demasiado ego. De hecho, creo mi ego me está jodiendo la vida y poniendo en peligro la empresa.”

No lo dijo con soberbia. Lo dijo con hartazgo. Como alguien que se ha dado cuenta de que la armadura que se puso para parecer invulnerable le está comenzando a asfixiar.

Y no es un caso aislado. Es algo que le pasa a muchos profesionales brillantes, exitosos en el ámbito profesional y económico, pero secuestrados por un ego que les impide disfrutar del éxito en otros planos vitales, como el familiar, el social o el espiritual.

Y es que, a la mayoría nos han inculcado que debemos proyectar seguridad, parecer invulnerables, no mostrar nuestras debilidades. Mucho de lo que llamamos éxito, especialmente cuando ocupamos posiciones de liderazgo, está cimentado sobre la idea de destacar, sobresalir, tener razón, brillar más que el resto. El problema es que, cuando el éxito se convierte en una necesidad para validar nuestro valor como persona, comenzamos a vivir dominados por el miedo. Miedo a no ser suficiente. Miedo a no gustar. Miedo a no cumplir con las expectativas.

Por eso quiero compartir hoy contigo las 5 claves para dejar de ser esclavo de tu ego. Porque adquirir conciencia es el primer paso para librarnos de las cadenas que el ego nos impone.

En este artículo no vamos a demonizar al ego, ni tampoco vamos a glorificar en exceso la humildad. Vamos a hacer algo mucho más útil: entender qué lugar debe ocupar el ego en nuestras vidas, y cómo podemos dejar de ser sus esclavos para comenzar a autoliderarnos desde la conciencia y la coherencia.

Acompáñame los próximos minutos y te cuento por qué el ego se puede convertir en tu peor enemigo. En el tercer bloque del artículo compartiré contigo las 5 claves para dejar de ser esclavo de tu ego y convertirte en el líder que las personas demandan y las empresas necesitan hoy.

Cuando el Escudo se Convierte en Jaula.

Desde que somos niños, nos enseñan que debemos destacar, esforzarnos por ser los mejores, sobresalir, competir. No tanto para aprender, sino para acumular medallas: títulos, puestos, logros, reconocimientos. De forma inconsciente, vamos construyendo un personaje que busca validación externa y protección interna: el ego. Ese personaje nos permite sobrevivir emocionalmente en un entorno donde equivocarse se penaliza, dudar se malinterpreta y mostrarse vulnerable se asocia con debilidad.

En psicología, el ego es un concepto complejo que ha sido abordado desde múltiples enfoques. Para Freud, era la instancia psíquica que media entre nuestros deseos primarios (ello o ID) y nuestras normas morales (superyó), intentando adaptarnos a la realidad. Más adelante, Carl Jung reinterpretó el ego como la parte consciente de nuestra identidad, y alertó sobre el riesgo de identificarnos exclusivamente con él. Para Jung, la tarea más importante del desarrollo personal era ir más allá del ego, hacia lo que denominó «individuación«. La individuación es el proceso de integrar todas nuestras partes, conscientes e inconscientes, para convertirnos en un ser más completo.

El problema no es tener ego. Todos lo tenemos. El problema es no ser conscientes de cómo nos engaña.

Como bien decía Eckhart Tolle, autor de El poder del ahora, “El ego no es algo malo, simplemente es inconsciente. El problema es que, cuando es tu ego quien gobierna tu vida, te aleja cada vez más de tu esencia”. El ego no gestionado se convierte en un filtro a través del cual interpretamos todo: un comentario lo percibimos como una crítica, una propuesta de ayuda como una amenaza, una discrepancia como un ataque personal. Y así, nos pasamos la vida reaccionando para defender algo que no somos realmente, sino algo que creemos que debemos parecer.

En resumen, Las 5 Claves Para Dejar de Ser Esclavo de Tu Ego son el camino hacia una vida más equilibrada y plena.

La mayoría de nosotros hemos sido educados bajo la creencia de que mostrarnos vulnerables es signo de debilidad. Pero, como bien dice Jim Collins en su maravilloso libro From Good to Great «…los líderes más eficaces no son los que más confianza aparentan, sino los que tienen una mezcla poco común de humildad personal y ambición profesional». Y el ego dificulta esa mezcla. Porque cuando el ego domina, lo importante no es el equipo ni el propósito, sino el reconocimiento, el control, la necesidad de tener siempre razón. El ego no busca comprender, busca imponerse. No busca aprender, busca vencer. Y si lideras bajo el mandato de tu ego, quizás ganes respeto momentáneo, pero perderás conexión con las personas, y sobre todo, perderás humanidad.

En The Road to Character, David Brooks sostiene que hemos construido una cultura que premia las virtudes del currículum – competencia, logros, visibilidad, por encima de la humildad, la generosidad, la coherencia o, incluso, la ética. Esta cultura empuja al ego a ocupar más espacio del que le corresponde. Y cuando el ego crece demasiado, cualquier crítica se convierte en una amenaza, cualquier error en un motivo de vergüenza, y cualquier éxito ajeno en una amenaza personal.

Uno de los ensayos más potentes sobre el impacto del ego en el liderazgo lleva por título Liderazgo sin ego, de Bob Davids. Davis es un empresario poco convencional que ha liderado empresas de todos los tamaños desde una premisa simple, pero extraordinariamente efectiva: “el ego es el mayor enemigo del liderazgo”. Al igual que una amplia mayoría de expertos en la materia, Bob Davis defiende que un buen líder es aquel que no necesita demostrar constantemente su autoridad, ni controlar cada decisión, ni hacer que todo gire en torno a su figura.

Cuando no eres capaz de domesticarlo, lo que en un principio parecía un escudo protector, el personaje que te ayuda a destacar, protegerte y avanzar, acaba convirtiéndose en una jaula: una estructura rígida que no te permite ser libre.

Y es que, cuando todo lo que haces está guiado por el deseo de destacar y evitar el juicio ajeno, dejas de actuar por convicción y empiezas a actuar por miedo. Miedo a no ser suficiente. Miedo a no estar a la altura. Miedo a no tener el control. Y ese miedo, aunque se disfrace de ambición, acaba robándote algo esencial: la paz mental.

Señales de que Tu Ego ha Tomado el Mando.

El ego no entra en una sala gritando. Entra de puntillas. Se disfraza de exigencia, de ambición, de perfeccionismo. A veces incluso se viste de falsa humildad. Se infiltra en nuestras conversaciones, en nuestras decisiones y en nuestros silencios. Y cuando se instala en el centro de nuestro liderazgo, comienza a distorsionar la realidad: ya no escuchamos para comprender, escuchamos para responder. No delegamos porque confiamos, delegamos porque no llegamos. No lideramos para servir, lideramos para ser validados.

¿Quieres saber si el ego te está condicionando? Basta con observar algunas dinámicas comunes.

  • ¿Tienes necesidad de tener siempre la última palabra?
  • ¿Te cuesta reconocer errores, incluso los más pequeños, por miedo a parecer débil?
  • ¿Te sientes incómodo cuando alguien más joven, o con menos experiencia, propone algo diferente a lo que tú has propuesto y, en lugar de intentar entender su idea, la descartas porque te molesta que «Quiera saber más que tú»?.
  • ¿Sientes la necesidad de controlar hasta el último detalle, porque si no lo haces tú es probable que se haga mal, o porque consideras que «Terminas antes haciéndolo tú»?

Todo eso no es liderazgo: es ego disfrazado de responsabilidad.

El ego se alimenta del miedo y de la necesidad de aprobación. Quiere tener razón, aunque no la tenga. Quiere destacar, aunque sea a costa de los demás. Y lo peor: es experto en construir narrativas que lo justifican. “Lo hago por el bien del equipo”, “es que yo tengo más experiencia”, “nadie lo va a hacer tan bien como yo”. Pero detrás de esas frases, lo que suele haber es inseguridad disfrazada de autoridad.

Ryan Holiday, en su libro El ego es el enemigo, lo define con precisión quirúrgica: “Cuanto más exitoso te vuelves, más necesitas revisar tu ego. Porque el ego se alimenta del éxito y lo convierte en arrogancia.” Lo que comienza siendo confianza, puede degenerar fácilmente en soberbia. Y la soberbia es un veneno silencioso: aleja a los buenos colaboradores, impide el aprendizaje continuo y bloquea cualquier posibilidad de evolución real.

En los comités de dirección a los que acompaño, he visto cómo el ego de una sola persona termina por contaminar la cultura de toda la empresa. Veo muchos CEOs que no saben escuchar, que no aceptan feedback de nadie, que viven imponiendo y han desarrollando una mentalidad defensiva para protegerse de todo y de todos. Muchos incluso priorizan su estatus personal sobre el bienestar del grupo. Y sucede que, el resto de la organización los sufre. Las ideas no fluyen y el talento huye tan pronto puede. Los que se quedan lo hacen por miedo, y a nivel de alta dirección, porque a ciertas edades prefieren aguantar a un ególatra que comenzar de nuevo.

Y el principal problema es que el ego no sólo desgasta a los demás: también desgasta al ególatra. Por eso, muchos de estos CEO dominados por su ego terminan sus jornadas exhaustos mentalmente. Porque sus egos les exigen estar siempre a la altura, tener siempre la respuesta a cualquier problema, demostrar constantemente que merecen estar donde están, que son ellos los que han levantado la empresa, que sin ellos la empresa se hundiría. Su ego no les permite abandonar el personaje de superhéroe que han construido, no les deja salir de la jaula mental en la que viven. Les roba lo más esperado en un líder hoy en día: su humanidad.

Cuando el ego toma el mando, nos separa de los demás y de nuestra esencia… y nos convierte en personas que tienen de todo, menos paz.

Las 5 Claves Para Dejar de Ser Esclavo de Tu Ego.

Nadie se libera del ego por completo. Pero se puede aprender a convivir con él, a observarlo con lucidez y a evitar que tome el control. Se trata, como decía Viktor Frankl, de no reaccionar automáticamente, sino de elegir desde un espacio interior más libre, más humano, más consciente. Porque el ego no se combate con fuerza, se disuelve con conciencia. Aquí te comparto cinco claves prácticas que funcionan, tanto en la vida personal como en el liderazgo.

1. Aprende a detectar a tu ego en acción
La conciencia es el primer paso. No puedes cambiar aquello que no ves. Comienza por prestar atención a tus reacciones automáticas: ¿Qué comentarios te descolocan? ¿Qué personas te enervan y te ponen a la defensiva? ¿En qué situaciones te sientes amenazado? Cada uno de esos momentos es una pista. Observar el ego no es culparte por tenerlo, es reconocer sus patrones. Como dice Anthony de Mello en su obra Despierta “el primer paso hacia la libertad es tomar conciencia de que estás dormido”.

2. Cambia el enfoque: del “yo” al “nosotros”
El ego siempre pone el foco en uno mismo: ¿Cómo me ven? ¿Qué van a pensar de mí? ¿Qué gano yo con esto? Para liderar desde otro lugar, necesitas hacer un cambio de foco: del yo al nosotros. Pregúntate: ¿Qué necesita mi equipo? ¿Qué podemos construir juntos? ¿Qué valor aportamos colectivamente? Cuando lideras desde el servicio y no desde el protagonismo, el ego pierde poder. Y tú recuperas paz mental.

3. Practica la vulnerabilidad como un acto de valentía
Mostrar tus dudas, tus errores o tus emociones no es debilidad. Es humanidad. Y paradójicamente, eso es lo que más fortalece tu liderazgo. Cuando un líder se atreve a decir “me equivoqué”, “necesito ayuda” o “no tengo la respuesta”, no pierde autoridad: gana respeto. Porque deja de ser un personaje perfecto, y se convierte en una persona real. Como subraya Brené Brown en su popular charla TED: “La vulnerabilidad no es exponerse sin filtro, es mostrarse con coraje cuando debemos hacerlo”.

4. Cultiva relaciones que te reten con honestidad
No te rodees de «palmeros» de esos que te aplauden siempre. Necesitas espejos, no aduladores. Personas que te digan la verdad aunque duela, que te ofrezcan feedback sin miedo, que te ayuden a crecer continuamente. El ego odia el feedback, pero si quieres evolucionar, lo necesitas. Y si ocupas una posición de liderazgo, aún más. Un buen líder no es quien siempre acierta, sino quien escucha lo que nadie se atreve a decirle.

5. Conecta con un propósito más grande que tú
El ego se obsesiona con metas personales: ascensos, cifras, reconocimiento. Pero el verdadero liderazgo nace de conectar con algo que va más allá de ti. Cuando sabes para qué haces lo que haces, no necesitas estar continuamente pendiente de validación, ni medir tus logros con números. Y eso aligera la carga. Como dice Simon Sinek en su ya histórica charla TED: “Las personas no compran lo que haces, compran el por qué lo haces”.

Domesticar el ego no es un proceso cómodo, pero sí profundamente liberador. Porque, cuando dejas de vivir pendiente de parecer… puedes empezar a vivir desde el ser.

Conclusiones

No se trata de eliminar el ego, sino de ponerlo en su lugar. El ego bien gestionado puede ser un buen aliado: te protege, te da impulso, te recuerda que puedes aspirar a más, te ayuda a construir autoconfianza. El problema aparece cuando el ego toma el timón de tu vida. Porque el ego no sabe hacia dónde ir. Solo quiere que lo vean. Y en esa necesidad constante de validación externa, puedes convertirte en un ególatra inaguantable.

Autoliderarse es aprender a escuchar esa voz que hay debajo del ego. Esa que no grita, pero guía. Esa que no necesita destacar, pero sabe hacia dónde ir. Esa que no te exige ser perfecto, solo coherente.

Y cuando lideras desde ahí te sientes mejor contigo mismo. Logras algo cada vez más escaso: que los demás confíen en ti no por lo que aparentas, sino por lo que transmites. No por lo que consigues, sino por lo que representas. Porque el mundo está lleno de personas que pretenden imponer su opinión por el cargo que ocupan, pero escaso de líderes que inspiran gracias a su humanidad.

En la Business Humanizers Academy creemos que liderar no es cuestión de estatus, sino de conciencia. Por eso, en nuestro programa Human Leadership, dotamos a mandos intermedios y ejecutivos con las herramientas que les permiten desarrollar un liderazgo más consciente. Formamos líderes humanistas que no son esclavos de sus egos.

Si lideras el área de RRHH de tu empresa, o si ocupas una posición ejecutiva y deseas transformar el estilo de liderazgo de vuestros mandos intermedios y ejecutivos, para asegurar que no lideran desde el ego, sino desde el propósito, escríbenos a contacto@humanizersacademy.com y te contamos cómo nuestro programa de formación en liderazgo humanista os puede ayudar a lograrlo.

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