Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

Si hay una afición común que practican millones de trabajadores del mundo a diario es criticar a sus jefes.

Muchos lo hacen en privado, otros muchos en redes sociales – los menos, por temor a represalias – pero lo que parece claro es que criticar a los jefes se ha convertido en deporte nacional a lo largo y ancho del planeta. Lo hacen empleados con todo tipo de perfiles, en todo tipo de empresas, pequeñas, medianas o grandes.

El problema es que hemos normalizado esa queja por parte de unos y otros, sin darnos cuenta de que, cuando se repite con tanta recurrencia, lo que nos está indicando es la existencia de problemas más profundos que requieren de atención inmediata, especialmente, si no queremos que sigan creciendo.

Por eso, en este artículo, he querido compartir un análisis reflexivo de las que, en mi experiencia, son las razones por las que hay tantos malos jefes. En los próximos 6 minutos te quiero invitar a reflexionar profundamente acerca de las verdaderas razones por las que hay tantos malos jefes.

¿Te atreves a mirarte al espejo?

El absurdo estigma del jefe «malo»

Para comenzar, me gustaría subrayar que nadie es bueno o malo simplemente por ocupar una posición determinada en la jerarquía empresarial, así que, razonemos un poco más nuestros argumentos y dejemos de comportarnos de forma infantil. Etiquetar a todo aquel que ocupe una posición de jefe como «malo» es una muestra de escasa racionalidad y nula inteligencia emocional.

Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

Ni todos los jefes son malos, ni nadie es malo sólo por ser jefe.

Sin embargo, todos caemos alguna vez en la trampa de la simplificación, etiquetando a personas como «buenos» o «malos», sin tener en cuenta más criterio que nuestros intereses personales y cómo nos hacen sentir esa persona. Esta tendencia al juicio rápido es una muestra de la permanente inmadurez emocional de la mayoría de nosotros.

Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

Buscamos culpables para todos nuestros males, antes que mirarnos al espejo, aceptar nuestros errores, y asumir nuestras responsabilidades.

En lugar de adherirnos a esas corrientes «demonizadoras» que, en demasiadas ocasiones, están lideradas por personajes que no han dirigido nada en su vida, y que desconocen lo difícil que es ser jefe, deberíamos tratar de desarrollar un enfoque más maduro y equilibrado a la hora de opinar sobre el trabajo de otros.

Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

Los malos jefes no nacen, se hacen.

Nadie nace mal jefe, ni tampoco se convierte en mala persona en el momento que le ascienden a jefe. Lo que ocurre es que, la mayoría de nosotros, por la educación que recibimos, así como por nuestras experiencias, somos propensas a convertirnos en malos jefes.

Es crucial comprender que el modelo socioeconómico en la que crecemos influye considerablemente en nuestros comportamientos, especialmente cuando ocupamos posiciones de poder y autoridad. A eso cabe añadir que la cultura de la mayoría de empresas, que es un reflejo de la cultura social, tiene la función de moldear la conducta de los jefes. Por ejemplo, si una empresa fomenta el control exhaustivo y la desconfianza, promueve la competencia desleal, o recompensa exclusivamente los resultados económicos en el corto plazo, los que ocupen posiciones de responsabilidad en esa empresa actuarán de acuerdo a esos paradigmas.

Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

La presión por brillar más que los demás, por ser el mejor en clase, y en el trabajo, por conseguir llegar a la cima antes que nadie, corrompe el comportamiento de las personas, especialmente cuando ocupan posiciones de poder.

En definitiva, que los malos jefes no nacen, ni se convierten en malos en el momento que ocupan la posición de jefe, sino que se hacen a través de una combinación de factores personales, culturales y de experiencias previas que les van moldeando y condicionando. Dicho de otra manera, si a tí, que criticas hoy a tu jefe, te pusieran en su posición, es altamente probable que te comportases como él a los 4 días de estar en su puesto.

El Componente Social: Abducidos por la Egolatría, el Egoísmo y la Falta de Empatía.

Y es que, vivimos en un modelo socioeconómico en el que predominan la egolatría, el egoísmo y la falta de empatía.

Cuando un individuo asume un rol de responsabilidad en una empresa, su comportamiento no sólo se va a ver afectado por la cultura de la empresa y sus experiencias previas, sino también su egoísmo. Ahora ocupa una posición «superior» y eso hace que lo vea todo desde otro prisma. Cuando nos ascienden tendemos a volvernos más egoístas, menos empáticos.

Para muchos jefes resulta difícil empatizar, especialmente porque desde el momento en que les ascienden, son conscientes de que su posición depende de la consecución de unos objetivos. Desde ese momento, en su cerebro se generan 3 mensajes:

  1. Me han ascendido porque soy bueno en lo que hago y me lo merezco
  2. No quiero perder esta posición, con lo que me ha costado conseguirla
  3. Mi prioridad es conseguir los objetivos que me han marcado, porque si no lo logro, mi posición corre peligro y me verán como un fracasado

El problema es que, si somos honestos, eso no es lo que piensa alguien en particular, sino el 99% de nosotros cuando nos ascienden a una posición de responsabilidad.

¿O es que tú, si te ascendieran a jefe, pensarías lo contrario?

Hay Que Mirarse Más al Espejo: Ninguno de Nosotros Es Tan «Bueno» Como Pensamos.

Y seguro que alguno está pensando: «Yo no, Jordi. Yo soy una persona ejemplar, que jamás me comportaría como se comportan los malos jefes».

Veamos cuales son las 7 quejas habituales que vierten los trabajadores que demonizan continuamente a los jefes:

  1. Micromanagement.
  2. Falta de empatía y escucha activa.
  3. Egoísmo.
  4. Favoritismo.
  5. Falta de reconocimiento.
  6. Falta de oportunidades de desarrollo.
  7. Falta de coherencia.

Es decir, que la mayoría de profesionales se quejan de que sus jefes carecen de las virtudes y habilidades que, según ellos, debe poseer un buen jefe, pero la pregunta es ¿Y tú, posees todas esas virtudes y habilidades?

  • ¿Cómo se desarrollan virtudes como la humildad y la integridad?
  • ¿Cómo se aprenden y desarrollan habilidades como la empatía o la escucha activa?
  • ¿Acaso no eres tú egoísta? ¿Cuándo fue la última vez que decidiste perder tú para beneficiar una causa colectiva?
  • ¿Inviertes tú el tiempo y esfuerzo necesario en aprender a ser más humilde, íntegro, empático, o en escuchar a tus compañeros, a tu pareja, a tus hijos?
  • ¿Acaso confías plenamente en todas las personas con las que trabajas?
  • ¿No tienes personas a las que tratas mejor por ser más afines a tus ideas, y a otros que detestas por no serlo?
  • ¿Acaso no has generado nunca toxicidad, hablando mal de alguien a sus espaldas?

Demandamos una empatía que somos incapaces de ofrecer. Exigimos a los demás que posean habilidades y virtudes que no poseemos. Nos consideramos mejores que los demás sin haber caminado en sus zapatos.

Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

La realidad es que para no ser un mal jefe debemos esforzarnos y nadar contra corriente, porque lo que prima la sociedad, y las empresas, no es el humanismo, sino el egoísmo.

Conclusiones

Recuerda que etiquetar a alguien como «bueno» o «malo» basándonos únicamente en nuestra experiencia personal y subjetiva es un enfoque reduccionista, que no ayuda a resolver este problema. Es conveniente desarrollar una perspectiva más racional, reconociendo la complejidad y los matices que implica ser jefe, incluso tratando de empatizar con esa persona, por difícil que nos resulte.

Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

No estoy diciendo que no hayan malos jefes, que los hay, y en abundancia. Estoy diciendo son producto del modelo en el que educamos, en el que crecemos. Culpar a los jefes, ignorando que son el producto de la ecuación, y no la ecuación en sí misma, no soluciona el problema.

Los jefes son el reflejo de nuestra sociedad, de nuestra cultura, de todo lo que nos enseñan y nos premian. Hay muchos malos jefes, porque hay muchas personas educadas en la egolatría, el egoísmo y la falta de empatía.

Los Malos Jefes: ¿Nacen o se Hacen?

Los jefes son el reflejo de cómo nos comportamos la mayoría de las personas una vez alcanzamos una posición de poder. Ni más, ni menos.

Si queremos un mundo donde hayan menos malos jefes, menos malas personas, en general, comencemos por practicar la inteligencia emocional, el pensamiento crítico y la reflexión honesta. La próxima vez que vayas a criticar a tu jefe, pregúntate:

  1. ¿Cómo sería yo si fuese jefe?
  2. ¿Seguro? ¿Se puede ser de otra manera en esta empresa y cultura? ¿No será que le recompensan por ser así?
  3. ¿Tengo capacidad para cambiar a mi jefe, o para cambiar la cultura de esta empresa?
  4. ¿Si no me gusta como es mi jefe, ni la cultura de esta empresa, qué hago aquí y qué estoy haciendo para cambiar esta situación?

¿Hora de reflexionar?

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Gracias por el tiempo que has invertido leyendo este artículo.

Un abrazo «Humanizer».

Jordi Alemany

 

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